Hablar de América y sus circunstancias son como hablar de nuestro hogar y nuestra familia, ya sea porque hemos viajado por estas tierras o porque tenemos en la memoria su compleja historia.
Hace muchas décadas atrás, un grupo de Hombres de los más diversos saberes humanos, entre ellos masones, educadores y políticos, establecieron en 1931 el Día de las Américas como una celebración anual que tiene lugar el 14 de abril en todas las repúblicas americanas, como símbolo de su unión voluntaria en una comunidad continental.
América, “las américas”, es un heterogéneo mosaico de culturas, naciones, circunstancias históricas, profecías autocumplidas, desordenes, maldades y otras cosas notables que son fruto de una identidad mestiza, mosaica, híbrida y de un complejo sincretismo cultural que se construyó en la interacción de hombres europeos, negros e indios por allá atrás en el tiempo y con la llegada de inmigrantes en los años posteriores al proceso de independencia americana.
“Las Américas”, fue parte del proyecto histórico de un grupo de jóvenes aristócratas americanos que empoderados de las enseñanzas libertarias del revolucionario movimiento de la Ilustración anglo-francés y de los principios de la francmasonería, soñaron con una América independiente del dominio europeo español. Así, O’higgins, San Martin y Bolívar -entre otros-, son los artífices de una de las empresas más temerarias que ha realizado el Hombre Americano.
Lo que vino después del proceso de Independencia de América es otra cosa, confusa, caótica y paradójica, puesto que hasta el presente la clase política y económica sigue mitificando y achacándole a los españoles (con sus siglos de conquista y colonización) más pecados de los cometidos, eludiendo así los gobiernos de los países americanos y los grupos de poder sus responsabilidades históricas en el período 1824-2011, entre ella, el crimen de haber sido incapaces de dar orden, seguridad, bienestar y desarrollo a los habitantes de América durante décadas, lo que se traduce en un problema para la integración continental actual.
Entonces, las preguntas claves que plantea este ensayo es ¿Cómo se construye la integración americana hoy? ¿Cuáles son los principales factores que impiden una adecuada integración de los países americanos?
Hoy los habitantes de América vivimos la tensión psicológica de saber que nos estamos integrando cada día a un mundo globalizado y de tecnologías virtuales, donde las identidades se diluyen o se trastocan; donde participamos de una cultura internacional que ofrece sus valores y antivalores; donde el actual modelo de economía ha sido depredador de los recursos naturales. Además, nuestra educación ofrece enormes desigualdades, muy determinantes para el desarrollo de los países. De igual modo nos enfrentamos a una revalorización de los Derechos Humanos y la feliz constatación de que quedan pocos gobiernos dictatoriales y que la democracia, con todas sus imperfecciones, es el modelo de vida política más apasionadamente buscado por las comunidades organizadas del continente y sus representantes políticos.
América vive el gran desafío de una integración humana, económica, política y cultural, necesaria para establecer su identidad continental frente a elementos desestructurantes como lo son el ciberespacio, la exclusión de los grandes tratados intercontinentales de comercio, la influencia de organizaciones supranacionales (Unión Europea, Empresas Transnacionales de Comercio), la promoción de la guerra y el narcotráfico.
No podrá lograrse una integración real entre las naciones de América Latina, sin un conocimiento profundo del otro, de su cultura y de su visión de mundo. Romper los prejuicios entre naciones, comprender nuestra historia y acercar nuestras culturas, conocerse en suma, es un camino irrenunciable hacia la integración.
Finalmente, entre las muchas paradojas del mundo actual está la reiterada pregunta de algunos habitantes de América: ¿Para qué integrarnos? En realidad la verdadera cuestión es ¿Por qué no integrarnos? Cuando nos une la historia, la lengua, y sobre todo un futuro más pleno si lo enfrentamos juntos.
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