Sabado, 20 de Abril de 2024  
 
 

 
 
 
Opinión

¡Imbécil! los comunistas no se comen las guaguas (Sobre el apoyo del PC a Bachelet)

Por Abel Cortez, Presidente Provincial, Partido Socialista de Los Andes

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Pareciera a ratos que en Chile todavía vivimos en la Guerra Fría. Que aún no han llegado las noticias que se cayó el muro de Berlín. Como que algunos siguen pensando que los comunistas se comen las guaguas. Sobre todo en la derecha, aunque no en pocos segmentos del centro conservador, se han pronunciado desafortunadas frases y gruesas descalificaciones al Partido Comunista (PC). Incluso el Presidente llegó a decir que los comunistas no habían hecho aportes en la construcción social y política en el mundo (habrá que recordarle que Neruda, Premio Nobel de Literatura, y tantos otros líderes sociales, culturales y políticos del mundo eran comunistas).

Claramente es que el ninguneo y las descalificaciones al PC (y a Bachelet) se han convertido en un discurso vacío, pero que buscan un efecto comunicacional intencionado: provocar miedo, con un recurso discursivo que recuerda las peores épocas del régimen del General Pinochet.

Más allá de las dinámicas internas propias de los partidos, los comunistas chilenos han sido un aporte fundamental en la construcción de la democracia política más real que ha tenido el país entre 1932 y 1973. Además, debemos estoicamente reconocer que -en tiempos de la UP- algunos segmentos radicalizados del PS contribuyeron más a la polarización, que el ordenado y gradualista PC. Decir hoy, 2013, que los comunistas apoyaban a la Unión Soviética, o que ahora están por la nacionalización de los recursos naturales (como muchos chilenos) es como que dijéramos que los que hoy forman la UDI eran partidarios de la Dictadura franquista o tenían ciertas desviaciones hitlerianas (como los grupos de Patria y Libertad) por ejemplo. Son datos de la causa.

Es sorprendente que la posición que asume un partido político, en si mismo, sea criticable. Es como que uno dijera, no es que Allamand o Longueira se han derechizado, que eran partidarios de la dictadura de Pinochet, etc. Pero si Longueira y Allamand son de derecha, ambos votaron por el Si y han tenido posiciones siempre proclives, explícita o implícitamente, a mantener las estructuras que reproducen nuestra desigual sociedad. No debemos caer en discriminaciones como “es que tú eres malo porque eres de derecha” o “tú eres malo porque eres de izquierda”. Puras tonterías a esta altura del recorrido de la humanidad y del Chile postdisctatorial.

Lo que pasa es que muchos tienen miedo, sobre todo los grandes poderes económicos y la elite política conservadora, de que se forme una mayoría progresista que asuma explícitamente los temas que de verdad pueden democratizar al país, y redistribuir el poder y la riqueza. Es por eso que uno puede entender las caricaturas que se ha hecho del PC y de Bachelet.

Claramente este es un Chile nuevo, y la ciudadanía ha corrido la opinión pública hacia la izquierda. En distintas marchas del movimiento por la educación, como en Los Andes, se escuchaban consignas contra el modelo neoliberal. La gente se queja de los abusos de las empresas y bancos, exige nueva constitución, nacionalización del agua, educación pública y gratuita, democracia más real, relegitimar socialmente el sistema político, etc.

Los movimientos sociales han puesto gran parte de los temas estratégicos de la agenda pública, y es en ese sentido que las candidaturas que realmente quieren interpretarlas deben hacerse cargo programática y políticamente de los cambios que hay que emprender. El PC ha hecho una contribución al país actual, y muchos de sus dirigentes han liderado organizaciones, marchas, propuestas que van en la dirección de democratizar social y políticamente a Chile. Es válido entonces que, el PS, el PPD, el MAS, la Izquierda Ciudadana y el PC apoyen a Bachelet. Ese apoyo no es malo, por el contrario, es válido y positivo. Es una apuesta política que la ciudadanía deberá decidir si, democráticamente, le otorga su apoyo y voto.

No es necesario desesperarse antes, y quedar como imbéciles recordando que los comunistas se comen las guaguas. Dejémonos de consignas vacías.

 

 

 


 
 
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