La foto que encabeza estas palabras es mi “tarjetón” del club deportivo “Huracán de Centenario”, en Los Andes.
El que es de barrio, el que es amante del deporte, el que siente en lo profundo, al que en la vida lo motivan las pasiones, sabe lo que es un “tarjetón”, y sabe, y entiende aún más, lo que el club significa.
En la Cancha, en el club, no sólo hay fútbol, no sólo hay deporte, es mucho más. En la cancha, en el club, familias enteras se reúnen semana a semana, se encariñan con una bandera, pasan sus penas, conversan sus alegrías, se entregan a una causa, se gritan las mejores bromas, se ríen, y también lloran, se sienten importantes. Es como si la vida misma se resumiera en esos noventa minutos, es como si la semana trabajada arduamente tuviera por fin algo de recompensa.
La Cancha, El barrio, el club.
Qué pueden saber los de sangre fría, los de mente de dinero, los que no vibran con la vida y sus pasiones?.
Como alcalde, he tenido durante todos estos años la posibilidad de conocer de cerca la gran cantidad de clubes deportivos que funcionan activamente en Calle Larga, conociendo además a sus dirigentes, socios y a la gran cantidad de vecinos, vecinas y familias completas que día a día se vinculan con esta actividad que traspasa lo deportivo, convirtiéndose en una institución comunitaria que transmite valores, sentimientos de identidad y pertenencia.
Cuando alguien se enferma, ahí está el club, el bingo, la rifa. Cuando nos deja terrenalmente un socio, allí, sobre su último lecho se yergue la bandera, como símbolo de la causa con la que se vibró en la vida.
Desde pequeños, los niños y niñas de nuestra comuna, y de todas las comunas, socializan y hacen amigos a través del fútbol, generando lazos que muchas veces continúan durante años, hasta la vejez.
Los que entendemos esto en su real profundidad, tratamos en la medida de nuestra limitadas posibilidades de fomentar, de colaborar, de ayudar a estas causas.
Es por esta razón que al igual que otras administraciones municipales del país, hemos trabajado para que a través de la postulación y ejecución de proyectos, sus socios concreten sueños y aspiraciones que durante años han tenido, tales como instalación de luminarias en las canchas, regularización de estos espacios, construcción y remodelación de camarines y entrega de equipamiento deportivo, entre otras iniciativas.
Orgullosos estamos de contribuir al crecimiento de cada una de estas instituciones, trabajo que hemos realizado codo a codo con sus dirigentes y socios. Lamentablemente esta noble tarea muchas veces es empañada por el gran entramado burocrático del Estado. Instituciones como Contraloría y el Gobierno Central, muchas veces no entienden estas posiciones y, como si esto fuera poco, muchas autoridades municipales, al ayudar a estas agrupaciones deportivas, quedamos expuestos a querellas criminales o acciones que incluso nos pueden llevar a la cárcel.
Pareciera que a todos nos importa el deporte, sin embargo a la hora de las decisiones son pocos los que con determinación verdadera toman partido y asumen sus consecuencias, obras son amores, como dice el dicho.
Por supuesto que no sólo es el fútbol el deporte que hemos tratado de desarrollar. Está el Rugby, la zumba, el gimnasio que recuperamos, el tremendo polideportivo que hemos comenzado a construir.
Fue en ese mismo contexto que unánimemente el Concejo Municipal de Calle Larga, aún cuando hoy algunos al parecer se quieren desdecir, otorgó en virtud de las facultades que otorga la Ley de Municipalidades una subvención que permitió salvar la cancha de uno de los clubes con mayor historia de nuestra comuna y del valle. El club “El Guindal” de Calle Larga.
La ciudadanía puso en mí su confianza para que como autoridad los representara y defendiera de ser necesario. En el caso específico del Club Deportivo El Guindal, una acción contraria a la que tomamos, hubiera significado la pérdida de una historia, tradiciones y de un espacio que por más de setenta años, ha aglutinado a un número importante de familias de nuestra comuna, de generación en generación.
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