Han pasado semanas desde que la entonces Ministra de Salud dijera “en todas las clínicas cuicas, muchas familias conservadoras han hecho abortar a sus hija”, palabras que produjeron alegría en la derecha, porque sus medios comunicacionales dedicarían latamente a rasgar vestiduras sobre la defensa de la vida, la moralidad y otras materias espirituales, para descomprimir su PENTA atolladero.
Me remonto a inicios de los 60. Guerra fría y carrera espacial; Presley, en el ejercito; década de Los Beatles, Ballet Azul y la DC con Frei Montalva; no conocíamos la pastilla anticonceptiva, ni los preservativos (nombre inicial del condón); la sociedad chilena se dividía en tres clases sociales: alta, media y baja; con mucha ascendiente de la Iglesia Católica y su dogma “l sexo antes del matrimonio es pecado”.
El término aborto se conocía como “raspaje”. La mayor cantidad de impuras se encontraban en el estrato social bajo, quienes eran las que traían guachos al mundo, por desconocimiento educacional sobre la materia y también por la falta de recursos para acudir a un médico para realizarse un raspaje. Si el embarazo era en la clase media, estrato social que priorizaba su apego a las normas establecidas y ante un “domingo siete” se buscaba inso facto el matrimonio, o bien, con esfuerzo económico se acudía al médico partero. Aquí el guacherío era mínimo.
En muchas ocasiones, ante la falta de recursos o enfrentar la humillación social, la muchacha acudía sigilosamente a una partera, muchas veces con resultados fatales.
En cambio, la clase alta formada por gente culta, intachable, honrada, trabajadora, conocedora y practicante de las normas sociales y religiosas, que acudían todos los domingo “a la misa de 12”, no tenían problemas de esta naturaleza.
Lo que si era llamativo, quizás por el tipo de alimentación, esfuerzos físicos o dedicación de las jóvenes de mantener en alto el apellido y la honra de la familia, les era muy frecuente tener que acudir a la clínica privada por problemas de inflamación a la apéndice, para luego usar con propiedad el trabajo blanco nupcial, llegando puras y vírgenes al matrimonio.
Han pasado 50 años y éste grupo derechista no ha cambiado en nada su forma de pensar.
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