Cuando pensamos en la biografía o la historia de la vida, irremediablemente nos vemos lanzados a la dimensión de los recuerdos.
De esta manera el relato individual, es una construcción llena de representaciones simbólicas.
“No tengo recuerdos de la infancia” señala el escritor francés George Perec (1936 – 1982) en su texto “W”, colocando (entre paréntesis) la idea del correlato ordenado del recuerdo y la memoria. Avanza y plantea “yo estaba eximido”.
Esto nos invita a pensar las siguientes preguntas:
¿Cuál es el estatuto de verdad, en los recuerdos? ¿Qué se escribió en mi memoria? ¿Cuál es el impacto del registro de las imágenes primarias en la vida de las personas?
En este punto creo que hay que hacer una salvedad, porque es muy importante tener en cuenta que lo vivido, lo recordado y lo narrado, nunca se corresponden. En todo recuerdo entran en juego procesos de olvido y represión como lo plantea entre otros el magistral trabajo “La farmacia de Platón” de Jacques Derridá.
Pero ¿por qué olvidamos?
Olvidamos porque hubo un - cese de funciones de la memoria. No podemos recordar porque reprimimos, es decir bloqueamos inconscientemente aquello que perturbó la sinfonía de la vida.
Asistimos a la “amnesia infantil” descrita por Freud.
Y si no recordamos, construimos nuestra propia representación de la historia olvidada. Empezamos a llenar los vacios. Inventamos.
Y no importa si esto existió o no. Lo que importa es que existe para uno. Y eso es valioso.
¿Se han visto trayendo recuerdos, teñidos de elementos ajenos a los hechos? ¿Le han contado historias que pareciese que no se registraron?
La historia de la memoria, no es una construcción lineal sino inconsciente, es decir que está llena de metáforas y re – presentaciones.
Yo traigo mis recuerdos, tal cual llegan a mi mente. Algunos episodios olvidados, otros presentes. Lo importante es que estamos llenos de ellos.
Pero cuidado, que lo que se olvidó a punta de represión, retorna y vuelve. Insiste, pulsa. Molesta en ocasiones. Que no podamos recordar, no significa que los recuerdos desaparecieron. Muy por el contrario, siguen ahí vivos.
Entonces, aquello que no entra en nuestro discurso consciente, eso que queda fuera, que escapa de la simbolización, de la puesta en lenguaje, encuentra otro camino: la vía de la repetición. Y se repiten síntomas, actitudes, formas, rutas.
Les dejo esta propuesta de ideas, para que piensen su relación con la memoria y los recuerdos.
Somos la historia fragmentada – verdad o ficción – del baúl de reminiscencias de un pasado – presente. Los recuerdos son, la experiencia de creación por excelencia, frente a la historia inminente de desaparición.
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