Es mejor abrir las ventanas mudas y derramar un poco de ceguera vital.
Vivir en tiempos sombríos es una realidad innegable.
Mortales todos que salen a fundar sin carta de navegación.
Seres de luz, que habitan el territorio del maltrato social y la bofetada política.
Poéticos hombres que viven la frustración de las injusticias históricas y los avatares del vivir.
Perder y no perder. Los no integrados y despojados de las luminarias del poder y el dinero. Del acceso.
El mundo en que vivimos – El Chile en que vivimos hoy es este.
El de los sin voz que están cansados de acallar la noche.
De los que están cansados de ver marchitar sus hombros y pupilas con tanto miserable espectáculo de Chile.
De los que estamos con tristeza con tanta canción añeja y sin fulgor.
Sin embargo mi país tiene vida y sobrevive.
Sobrevive gracias a sus nobles hombres y mujeres que se alejaron del poder y el dinero como único camino. Aquellos que vieron que la vida puede aun tener sentido en la injusticia y en el despojamiento.
Sobrevive gracias a estas maravillosas mujeres que fundan familia, que nombran con amor a sus hijos, que apelan a la ilusión de un porvenir mejor. Hombres y mujeres en busca de luz en las tinieblas sociales.
Eso también somos, un puñado de dolor y esfuerzo, pero lleno de ímpetu y deseo. Lleno de esperanza y en busca de luz, núcleos, paz y afecto.
Este mes será el de los muertos, el próximo quien sabe.
El azadón roto espera su oportunidad. El rostro cansado también.
El cielo cae con sus hojas apesadumbrado, porque hoy “Chile está de Duelo” y nosotros a la espera de algo de brillo, de una espontanea alegría, de un fraterno abrazo de pacto social.
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