A propósito de la pronta celebración de un nuevo Día del Patrimonio Cultural de Chile, realizamos una reflexión en torno al papel que juegan los museos en proyectos que busquen el desarrollo local por medio de la promoción del turismo basado en el patrimonio, especialmente en contextos rurales. Los museos han cumplido históricamente el rol de investigar, conservar y exhibir el patrimonio cultural y natural de una comunidad. Sin embargo, hoy en día estos cumplen también un rol social fundamental, pues albergan parte de la memoria colectiva y colaboran en procesos de construcción identitaria, formación ciudadana e incluso desarrollo local. Por lo anterior, muchos países se han preguntado por el papel que deben jugar las entidades museales en sus comunidades.
Chile no es la excepción. En el año 2015, se publicó un documento orientado a la creación de una Política Nacional de Museos, con el objetivo de asegurar un adecuado desarrollo de los museos del país, puesto que se considera a estas instituciones como “agentes de cambio social y desarrollo económico” (Subdirección Nacional de Museos, 2015: 4). Entre las medidas que considera esta política, se señala: la elaboración de un diagnóstico de la situación de los museos del país; la creación de una plataforma virtual que difunda las actividades de los museos y; el establecimiento de redes territoriales de museos para la gestión de proyectos conjuntos entre ellos, y mediante las cuales se pretende vincular a los museos con instituciones de educación y turismo.
Del mismo modo, existe un creciente interés a nivel mundial por el disfrute del patrimonio, lo que ha significado un importante desarrollo de un turismo de intereses especiales con base en este acervo. En este marco, los museos actúan como instituciones que permiten el acceso, disfrute y conocimiento del patrimonio en sus diversas manifestaciones. Es por ello que se debe asegurar que estos ofrezcan contenidos de calidad y cuenten con estrategias para su posicionamiento dentro de la oferta y circuito turístico de un destino, para lo cual los lazos de colaboración y la participación de los distintos actores interesados en este patrimonio son aspectos fundamentales. Del mismo modo, se ha reconocido que los museos pueden contribuir al desarrollo económico de comunidades locales, tanto por medio de la promoción y valoración de la artesanía local, como por las favorables condiciones que presentan para el desarrollo del turismo comunitario (Morales & Camarena, 2009: 122). Además, los museos pueden ayudar a fortalecer identidades comunitarias, posibilitando espacios de encuentro e intercambio de conocimientos locales.
En vista de lo anterior, tanto la formación de redes de museos como la participación de las comunidades locales en su desarrollo, son elementos a tener en cuenta al momento de impulsar el fortalecimiento de una oferta turística de intereses especiales con base en el patrimonio de espacios rurales y de montaña. Existen diferentes tipos de redes que articulan a museos y actores de acuerdo a las necesidades de estas instituciones y de las singularidades de cada territorio. Para el caso de territorios rurales como el Valle de Aconcagua, nos parecen relevantes aquellas definidas como “redes temáticas y territoriales a escala local”, pues funcionan “en la promoción y mantención de circuitos museísticos que al tiempo salvaguardan el patrimonio tradicional y reactivan el mundo rural con el desarrollo de focos culturales de arrastre económico” (Grau Lobo, 2006: 23). En ese sentido, la articulación de los museos de Aconcagua y de los actores vinculados con estos - tanto con fines educativos como turísticos -, podría colaborar en la valoración de estas instituciones como lugares que albergan y difunden el patrimonio rural y de montaña del territorio, a su vez que a la contribución del desarrollo económico y competitivo de la región por medio de la promoción de un turismo de intereses especiales basado en el patrimonio.
En el Valle de Aconcagua, se han identificado al menos catorce museos, entre los que se encuentran el Museo Arqueológico de Los Andes, el Museo Presidente Pedro Aguirre Cerda, el Museo de Sitio-Parque Arqueológico Paidahuén, el Museo Colonial de Curimón, entre otros (Cortez, 2015). En conjunto, estos museos resguardan una parte importante de la riqueza patrimonial del territorio, y dan cuenta de su diversidad; pues sus colecciones están reunidas bajo temas tan diversos como la arqueología, la religión, la historia política y militar, etc. Sin embargo, para que su acervo sea aprovechado de manera idónea tanto por los museos como por la propia comunidad (Astorga, 2016: VIII), y para que estos jueguen un papel crucial en procesos de desarrollo local, estos deben ser gestionados, de manera que este potencial sea explotado, así como también su patrimonio resguardado, conservado y difundido de manera adecuada. La articulación de museos y actores, y la inserción de estas instituciones en la oferta turística, son una alternativa para lograr este objetivo, que interesa a todos quienes trabajamos para que la singularidad, diversidad y riqueza del patrimonio rural y de montaña que se encuentra en el Valle de Aconcagua sea valorada y visibilizada de manera que beneficie a aquellas comunidades que son portadoras de este patrimonio.
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