La clase política chilena a lo largo de la historia se ha preocupado solo por sus intenses personales, que obviamente han sido económicos y también por mantener el poder político de Chile en sus manos. Las constituciones y leyes políticas han beneficiado solo al sector empresarial y más rico del país.
Chile se fue constituyendo como un Estado que garantizaba el bienestar de los grandes empresarios y les daba la riqueza de todo el pueblo. Pero fue en 1970 cuando las cosas cambiaron, porque en las elecciones presidenciales Salvador Allende triunfó y con su programa de gobierno transformo el país, beneficiando a la clase trabajadora y a la sociedad en su conjunto, a través de la nacionalización del cobre y el desarrollo de un proyecto político, donde la justicia e igualdad social fueron el pilar para la construcción de un nuevo Chile. Aunque este proceso democratizador chileno fue truncado y finalizado de golpe en el 73´, lo que nos mantuvo bajo el dominio de la Junta Militar, con un gobierno dictatorial y con la violación de los derechos humanos.
Ya con la vuelta a la democracia la “Concentración” siguió profundizando las medidas neoliberales de la Dictadura.
De esta forma, Chile se convirtió en uno de los países con más desarrollo económico en Latinoamérica, sin embargo, la riqueza nacional no fue para todos, ya que la desigualdad socioeconómica en nuestro país es una de las más grandes en el mundo y vemos con impotencia que la brecha se hace cada día más grande.
Es por la situación actual en Chile y también mi convicción personal, que hoy soy candidata a Diputada, ya que estoy totalmente comprometida con que la riqueza chilena sea distribuida para todas las personas. Además, siento que la justicia social se debe garantizar, mediante leyes políticas, económicas, sociales, culturales y medioambientales que establezcan el respeto a los derechos humanos de todas y todos quienes conformamos este país.
Desde esta plataforma decimos: No + AFP, Educación y Salud gratis y de calidad, Nueva Constitución, Renacionalización de los recursos naturales y sobre todo democracia real y participación ciudadana garantizada.
Todos los cambios solo se realizarán en la medida que se vuelva a escuchar y confiar en la sabiduría popular de la gente, en las calles, en las poblaciones, en continuo dialogo con las organizaciones sociales, retornando a las bases, de cara a la gente, construyendo juntos el ideal de una sociedad justa, más democrática, participativa y de buen trato.
Desde el Valle de Aconcagua hay mucho trabajo por realizar, desde la solución de problemáticas medio ambientales, de conectividad, falta de espacios verdes, cifras de desempleo abultadas, falta de espacios turísticos y culturales, descentralización, entre otras.
El futuro es nuestro y de las nuevas generaciones, por lo cual la invitación es a caminar con la convicción de atender a los grandes acuerdos nacionales y también a lo cotidiano de la rutina de todos los Aconcagüinos.
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