Nunca deberemos mentalizarnos insistiéndonos que ya somos mayores y que ya no somos aptos para realizar empresas de juventud. Y lo mismo ocurre en misiones de investigación y ciencia, ya que esos “quehaceres” tienen una fundamental vertiente deportiva, como apuntó magistralmente Ortega. Hay que comprometerse con la vida, libres de tantas obligaciones sociales y laborales, centrándonos más que nunca en nosotros mismos, haciéndonos sujetos de esa obligación moral y real de siguiendo siendo lo que fuimos, o más aún, de lo que quisimos haber sido y el trabajo impuesto de cada día nos lo impidió. Para ello tendremos que adaptar nuestras fuerzas mentales y físicas al objetivo de la obra que deseamos realizar.
Tengo un amigo, compañero de toda la vida en las montañas, que cuando se jubiló en su profesión de tapicero, en la cual era un artista efectivo y cumplidor, decidió continuar con su pasión por el montañismo y no sentarse a tomar el sol mirando la plaza de su pueblo. A partir de entonces comenzó una nueva etapa, volver a la naturaleza, esta vez dedicándole tiempo a las Rutas de Senderismo, que son menos comprometidas.
Me temo que esa declaración no habrá gustado a tantos jóvenes que se emplean a fondo para alcanzar la cumbre de alguna de montaña. Era yo mismo el que experimentaba anotando sentimientos para contarlos cuando fuera necesario y así animar a tanto desilusionado a reemprender la aventura de la vida y es ahora cuando estoy en el compromiso de elaborar publicaciones y ello me anima a continuar experimentando, viviendo y actualizando emociones y sensaciones, con un ojo en la escritura y el otro en la montaña, aún cuando por la pandemia sigamos encerrados…
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