A diferencia de décadas atrás cuando el centro de Los Andes era el epicentro de la vida social de la ciudad y dónde todos querían vivir, hoy luce despoblado de familias que cada vez más emigran hacia los suburbios en busca de una mejor calidad de vida, principalmente hacia la zona sur, transformando en barrios los que alguna vez fueron terrenos agrícolas.
Es cuestión de investigar y dar rienda suelta al simple ejercicio de la observación para darnos cuenta de las pocas familias que habitan en las calles Maipú, Santa Rosa, Esmeralda y O'Higgins y no en un tramo determinado, sino que, en toda su extensión, en una suerte de despoblamiento del damero central que se acentúa tristemente cada año sin que existan políticas públicas que reviertan esta situación.
Los que somos andinos de toda la vida sabemos que la plaza de armas siempre fue el gran centro de reunión familiar de la ciudad, sin embargo, hoy en día un viernes -por ejemplo- tipo 6 o 7 de la tarde no anda nadie en ese sector ni tampoco transitando las calles aledañas, inevitablemente generando espacios para un sinnúmero de personajes indeseables, muchos dedicados a la venta o consumo de drogas. No me crea, compruébelo personalmente, no le pido que cruce la plaza a esa hora porque da temor, pero el olor a hierba se siente desde lejos.
Al parecer, se fueron definitivamente los días en que las familias salían a sentarse a la plaza por las noches o simplemente a caminar por las calles céntricas, aquellos momentos hoy forman parte del recuerdo, inevitablemente nostálgico, que nos acompaña cuando sentimos que ciertos pasajes placenteros de nuestra existencia se han ido a refugiar para siempre en algún rincón escondido y distante.
Lo señalamos en la columna anterior, la Zona Típica de Los Andes únicamente ha contribuido a que cada vez veamos más casas en condiciones de destrucción irreversible en el centro de la ciudad, en tanto lo que hoy necesitamos es que se incentive la construcción de edificios modernos que motiven a las familias a volver a vivir al damero central.
Tenemos que revitalizar el casco antiguo, es urgente y necesario, pero para eso entre otras cosas necesitamos un plano regulador dinámico, visionario y que estimule la construcción en altura, junto con la generación de políticas de tránsito que tiendan a descongestionar la ciudad. Es cierto, es fácil plantearlo así, no obstante, esperamos que las actuales y futuras autoridades que regirán los destinos de Los Andes tengan un diagnóstico consensuado sobre estas falencias.
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