El rol de la educación en la construcción del Estado nacional chileno en el siglo XIX, así como la promulgación de la Ley de instrucción primaria obligatoria de 1920, representan una valoración social, política y cultural de la Escuela en la vida de los ciudadanos de un país. Esta relevancia se sigue proyectando en las discusiones sobre su funcionamiento más de cien años después. Es así como el sistema educativo siempre ha estado en el debate público, desde distintas miradas y con diferentes apreciaciones, relevando su aporte en el desarrollo integral de las personas. Sin embargo, esta situación no ha significado que la educación se convierta en una política de Estado, sino más bien en una política de gobierno, con ideas y planteamientos que van cambiando en la medida que cambia el sector que gobierna, impidiendo que se resuelvan elementos estructurales que condicionan los procesos de enseñanza y aprendizajes de miles de niños, niñas y jóvenes, lo cual nos lleva a estar pendiente de distintas mediciones tales como rankings internacionales, resultados de pruebas estandarizadas y condicionantes de la ODCE para clasificar como un país desarrollado, sin entrar en un análisis más profundo de las implicancias de la educación actual.
En este sentido, dirigir nuestras miradas al funcionamiento de procesos educacionales exitosos como los desarrollados en Finlandia, Singapur y Japón, ha sido cada vez más recurrente, determinando el análisis sobre las problemáticas y los desafíos que implica enseñar en la Escuela de hoy día. Estos sistemas educativos, responden, son parte y congruentes al contexto social, económico, político y cultural de ese país, siendo la Educación un elemento central de las políticas públicas de dichos gobiernos, por ello no se puede desvincular de su realidad ni de su historia, lo cual nos recuerda el artículo presentado por el catedrático de la Universidad de Barcelona, Dr. Joaquín Prats, que hace más de una década (2011) establecía la frase: “Finlandia no es Lourdes”, para explicitar que no podemos dejarnos ilusionar por un desarrollo exitoso sin entender en el contexto en el cual se desarrolla.
Para analizar el funcionamiento y la estructura del ecosistema educativo chileno debe realizarse desde una perspectiva multifactorial, que considere los distintas problemas que implica entrar a la sala de clase que van más allá de las demandas históricas como lo son las bajas remuneraciones y el reconocimiento social, nos referimos a enfrentar las condiciones socioemocionales y los diversos contextos de aprendizaje de la y los estudiantes, las oportunidades reales de perfeccionamiento docente, el respaldo y compromiso de los equipos directivos con los profesores que deben realizar su evaluación docente, el cumplimiento de las horas de planificación así como el espacio y el tiempo para reflexión conjunta dentro de la jornada laboral. Y, por qué no decirlo, el agobio laboral, acoso o violencia que sufren los profesores diariamente y que condiciona la convivencia escolar y las relaciones dentro y fuera de la sala de clases, que si bien ha estado en la palestra publica últimamente, siempre ha existido.
Con todos estos factores no es difícil explicar la falta de interés por estudiar pedagogía o entender como distintos profesores principiantes que están los inicios del ejercicio docente deciden colgar el delantal.
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