Todos sabemos que Los Andes ha crecido sostenida y mayormente hacia el sur. Aún cuando hay núcleos de población que se están extendiendo desde fines de los noventa y la primera década del 2000 hacia el norponiente (el gran conjunto de los Portales) la orientación de crecimiento de la mancha urbana ha sido hacia el sur. Válido es preguntarse el por qué. No tengo estudios documentados al respecto, pero es factible hipotetizar en base a contextos fundamentadamente construidos del por qué de esta característica de la ciudad.
Los Andes se funda en 1791 en la ribera sur del Río Aconcagua con la clásica planta hispánica de damero, el cuadrado que es enmarcado por las cuatro alamedas. En el siglo XIX esta configuración urbana no presenta variaciones formales en su estructura, aún cuando en torno a las “cañadas”, es decir, las extensiones de las alamedas, se adosan casas campesinas, residencias urbanas de elite o pobres ranchos (lo que es posible ver en calles como General del Canto, Balmaceda o la vereda poniente de Santa Teresa sur).
La primera extensión formal de la ciudad se da en 1910, lo que marcará su definitiva orientación sur. Efectivamente, en este año se hace público un loteo de sitios hacia el sur de la ciudad de Los Andes, que por las festividades que se conmemoran se le denominó “Centenario”. Este barrio es una extensión formal de la ciudad que penetra el espacio rural hasta tocar la antigua conexión circunvalar conocida hoy como Av. Arturo Prat. Hasta ahí los datos.
La pregunta que sigue es ¿por qué se produce ese loteo hacia el sur y no hacia otro lado? Veamos.
El crecimiento de la ciudad hacia el oriente no era posible, porque el Cerro de la Virgen es una barrera natural para dicho crecimiento.
Hacia el norte, la barrera al crecimiento urbano está dada por el Río Aconcagua. Tanto el ancho de la hoya hidrográfica del Río, como la productividad y régimen de propiedad de las tierras de la ribera norte no han permitido el crecimiento hacia el norte de Los Andes, cuestión que se hace menos posible hoy por el emplazamiento de la ruta 60 CH.
Nos quedan dos posibles costados por los cuales hubo posibilidad de extender la ciudad: hacia el poniente y hacia el sur. Hacia el poniente existían dos caminos estructurantes: la vía hacia San Felipe que se extendía desde la Alameda pasando por Balmaceda (donde ahora se pone la feria) hacia Curimón; el otro es la vía que conectaba por la calle de Los Villares hasta Rinconada y de ahí a Santiago. Hacia el sur estaba el camino que conectaba hasta Santa Vicente, hoy llamado Pascual Baburizza, la gran Calle Larga a Santiago, y es posible pensar que algunas de las calles que forman la intersección conocida como “Tres Esquinas” hayan llegado hasta el centro de la ciudad.
Pero ¿por qué se dio el loteo hacia el sur y no hacia el poniente? Creo yo que esto se explica por el régimen de propiedad de dichos sectores. Hacia el poniente de la ciudad los terrenos estaban divididos en pequeñas y medianas propiedades por el influjo que tienen sobre la propiedad las vías estructurantes antes nombradas. Esto no permitía que se llevara a cabo una sola gran venta de terrenos, y que posibilitaran realizarla con un trazado regular que se articulara con la prolongación de las calles del damero urbano.
Además, hacia el costado poniente de la ciudad se habían establecido potentes y pujantes agroindustrias que se conectaban rápidamente -desde 1874- con el Ferrocarril del Estado y -desde 1910- con el Trasandino. En cambio, hacia el costado sur de la ciudad existía un gran fundo cuyo único propietario era Ramón Bravo, lo que explicaría la factibilidad de que hacia este sector se realizara más tempranamente un proyecto habitacional articulado con la trama de la urbe.
Aún cuando las primeras construcciones de vivienda social y proyectos cooperativos se realizaron hacia el poniente (Poblaciones: Andes, 1939-40; Ejercito Libertador, 1949; Ferroviaria, 1950-51) tanto la densificación progresiva del Barrio Centenario, como la gran cantidad de proyectos de erradicación y autoconstrucción de vivienda social de la década de 1960 marcaron definitivamente la orientación del crecimiento de la planta urbana andina hacia el sur.
Visto desde hoy, hubiese sido preferible la extensión hacia el poniente, acercando la ciudad hacia San Felipe, puesto que hoy vivimos la paradoja de que las poblaciones andinas de más al sur (El Horizonte) tengan más relación funcional con San Felipe, que con comuna de Calle Larga, de la cual están a un paso.
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