La opinión pública de nuestro país, impactada por la trágica muerte de Daniel Zamudio, pide a gritos urgentes medidas legislativas y de políticas públicas para enfrentar lo que muchos en nuestro país han sufrido, y siguen sufriendo: la discriminación.
Y lo del joven Zamudio se une a varios lamentables episodios esta misma semana: un joven colombiano muerto por razones de raza en Santiago, en plena vía pública; una asesora del hogar peruana discriminada al intentar obtener una tarjeta de crédito en una conocida multitienda; el reglamento interno del condominio de Chicureo dirigido a los trabajadores, y podemos seguir enumerando lamentables experiencias de discriminación en pleno siglo XXI.
Nuestra Constitución dice que en Chile no hay personas ni grupos privilegiados, y asegura a todas las personas la igualdad ante la ley. Sin embargo, vemos a diario que en la vida real no somos todos iguales ante la ley.
Y llama la atención el hecho nuestro país, que discrimina a diario, es uno de los que tiene mayor cantidad de compatriotas repartidos por el mundo. Por un lado, miles de chilenos se desarrollan en muchos países del mundo y acá discriminamos al inmigrante que se ve distinto, que habla distinto o se comporta distinto a lo que nosotros estamos acostumbrados.
Más grave aún es que nos discriminamos entre nosotros mismo por razones de condición económica, opción sexual, origen étnico o modo de vestir, sin tener razón alguna para tratar distinto a otra persona, incluso llegando a actos de barbarie y salvajismo como el que impactó a Chile la última semana.
Para variar, al descubrirse una realidad por los medios de comunicación, se detecta que algún proyecto de ley se encuentra hace años en el parlamento, vetado por algún grupo de presión o derechamente olvidado por nuestros legisladores; tal como ocurre con lo relativo a la ley de antenas de celulares o de tenencia responsable de mascotas por ejemplo.
En nuestra zona es particularmente sensible el tema, conocemos la importante colonia colombiana de Los Andes, la palestina en San Felipe, los inmigrantes asiáticos, las comunidades mapuche, los de capacidades diferentes con quienes a diario compartimos en nuestro día a día.
Hagamos un llamado a nuestros cuatro representantes de la zona: que se pronuncien por una ley que permita fomentar la tolerancia, eduque a nuestros niños en valores de solidaridad, castigue a empleadores que discriminan, aumente las penas a los que agredan verbal o físicamente a otra persona por el hecho de ser o pensar distinto; en fin, que sancione al que discrimina y premie al que integre y tienda la mano al que lo necesita, sea chileno o extranjero.
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