Viernes, 26 de Septiembre de 2025  
 
 

 
 
 
Opinión

Día Mundial de la Salud Ambiental: Respirar bien también es medicina

Por Daniela Araya Cortez, miembro del Comité Salud Planetaria de la Sociedad Chilena de Medicina del Estilo de Vida (SOCHIMEV).

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Respirar aire limpio es una de las experiencias más simples y a la vez más poderosas que tenemos como seres humanos. Respirar es una paradoja evolutiva, necesaria para vivir, una correcta respiración puede cambiar nuestro estilo de vida, muchas culturas usan la respiración como método de conexión, y de longevidad saludable. Una bocanada fresca puede revitalizarnos, mejorar nuestro ánimo y recordarnos lo esencial: la salud comienza en el entorno que habitamos. Este 26 de septiembre, Día Mundial de la Salud Ambiental, celebramos la oportunidad de reconocer que un planeta sano es también una garantía de bienestar para cada persona. El lema de este año, “Aire limpio, gente sana”, nos invita a mirar con optimismo el futuro, pero también a tomar acción en el presente.

Respirar no es solo un acto biológico: es una conexión cotidiana con la vida misma. Sin embargo, en muchas ciudades del mundo, inclusive de nuestro país, esa conexión se ha visto amenazada por la contaminación. Partículas invisibles circulan junto con el oxígeno, dañando nuestros pulmones y aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas. La Organización Mundial de la Salud estima que nueve de cada diez personas en el mundo respira aire que supera los límites recomendados de calidad. Chile no escapa a esta realidad, como muestran los episodios críticos de algunas ciudades.

Los problemas de contaminación atmosférica por material particulado fino (MP2,5) son especialmente notorios en algunas zonas. La Región Metropolitana, por ejemplo, enfrenta un desafío histórico: su condición de cuenca favorece la acumulación de contaminantes, lo que se hace más evidente en invierno, cuando la estabilidad atmosférica impide la dispersión de partículas. Aunque se han registrado avances en la reducción de emisiones, Santiago continúa siendo un caso emblemático de la tensión entre desarrollo urbano y calidad del aire.

Más al sur, la ciudad de Coyhaique, en la Región de Aysén, se ha posicionado como una de las más contaminadas de América Latina en cuanto a MP2,5. La dependencia de la leña para calefacción explica gran parte de esta realidad, que se repite en otras localidades como Osorno, Padre Las Casas, Pitrufquén y Nacimiento. Allí, el arraigo cultural del uso de leña se suma a las condiciones climáticas adversas, que dificultan la ventilación natural, generando un círculo complejo de contaminación y riesgo para la salud de sus habitantes.

Hay opciones que podemos asumir para enfrentar o minimizar esta problemática. Decidir caminar, usar la bicicleta o el transporte público no solo reduce emisiones: también nos mantiene activos y saludables. Plantar un árbol es regalar sombra, aire más limpio y futuro a la salud planetaria, de nosotros y de las próximas generaciones. Incluso acciones tan simples como reducir, reutilizar y reciclar, elegir productos ecológicos o mantener el auto en buen estado marcan una gran diferencia.

Sin embargo, este esfuerzo no puede recaer únicamente en la ciudadanía. Los Estados y las instituciones tienen la responsabilidad de garantizar que todas las personas, sin importar dónde vivan, puedan acceder a un aire limpio y un entorno saludable. La planificación urbana, la movilidad sostenible y la regulación de la industria son piezas clave de una política pública que entienda la salud ambiental como un derecho humano básico, y como ciudadanos somos responsables de solicitar y velar por el cumplimiento de una calidad de vida con algo tan básico y vital como el aire limpio.

El Día Mundial de la Salud Ambiental no es solo una conmemoración anual dentro de las eco efemérides: es una invitación a celebrar lo que el aire limpio puede hacer por nuestra salud y a comprometernos con el deber compartido de protegerlo. Cuidar nuestro entorno cercano, cuidar el ambiente es, en definitiva, cuidarnos a nosotros mismos y a las generaciones que vendrán.


 
 
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