Al escuchar las millonarias cifras del financiamiento del transporte público de Santiago, choca ver la realidad del transporte público de nuestras comunas del Aconcagua, en especial de la comuna de Rinconada de Los Andes.
Es impresentable que en pleno siglo XXI, mientras en Santiago se aplica un sistema satelital de control de flota, un sistema informático de pagos, de control de asistencia y horarios de los conductores, en nuestro valle del Aconcagua circulen máquinas con más de 20 años de antigüedad, sin cumplir las normas mínimas de seguridad y sin ningún respeto a la dignidad de nuestros vecinos y conductores.
Microbuses con problemas en sus puertas, falta de vidrios, constantes fallas y contaminación al medio ambiente son sólo algunos de los problemas. Las altas tarifas, poca frecuencia de recorridos, precariedad laboral y bajas remuneraciones de los conductores, hablan del abandono de la autoridad regional del transporte en nuestra zona. No hemos visto a la Seremi de Transportes especialmente preocupada por este tema o proponiendo alguna mejora.
Los vecinos del Aconcagua se merecen un servicio público de calidad, como asimismo los trabajadores del transporte dignidad en el trabajo.
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