Domingo, 11 de Mayo de 2025  
 
 

 
 
 
Opinión

¿Es Chile un país solidario?

Por Mario Sottolicchio Urquiza
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Foto: Andes Online

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Durante el mes de Agosto de cada año, el país celebra el llamado “mes de la solidaridad”. La mayoría de las actividades se desarrollan en torno a la figura del Padre Alberto Hurtado y su gran obra “El Hogar de Cristo”. Sin duda alguna, ésta es su herencia más conocida en Chile y en el mundo entero. A través de cientos de centros, proyectos e iniciativas a lo largo de nuestro angosto país, se atienden a los más pobres, a los más vulnerados, a “rostros de Cristo”. Muchos chilenos y chilenas han encontrado allí una oportunidad para ejercer el amor al prójimo, siendo así solidarios con aquellos que les toca cargar “ una cruz muy pesada”. Para el Padre Hurtado, la pobreza y la injusticia no son fenómenos naturales frente a los cuales los pueblos no pueden reaccionar. Muy por el contrario, afirma en reiteradas oportunidades, que es el accionar de un pequeño grupo insensible y egoísta, que actuando en nombre de su “catolicismo” han creado las condiciones económicas y sociales para que muchos hombres y mujeres padezcan el hambre, el frío y la cesantía. Por eso se pregunta, ya en los años 50, si Chile es un país católico. Por las mismas razones sus actividades no sólo se centraron en la atención cotidiana de niños de la calle o de abuelitos abandonados. También invirtió parte de su fuerza y de su tiempo en la formación de jóvenes católicos, de tal forma que ellos entendieran de que era posible derrotar la pobreza y la injusticia, pero para ello era fundamental la organización y la solidaridad. Cientos de jóvenes eran ávidos participantes de sus retiros espirituales y muchos dirigentes sindicales apoyaron con entusiasmo su iniciativa de crear la Asich ( Acción Sindical Chilena ), que conglomeró un número importante de gremios y planteó en innumerables declaraciones la necesidad de un cambio fundamental en la estructura de la sociedad chilena, cambio que debía partir en el corazón de quienes se enriquecían a costa de la explotación en el trabajo y en el salario, y que cada domingo acudían a las misas de las iglesias del barrio alto de la capital. El Padre Hurtado es uno de los más célebres rupturistas del siglo XX con una religión que impedía una acción decidida en contra de los grandes intereses económicos en nuestro país, que muy por el contrario, se hacía funcional a esos intereses, predicando una religión lejana a los problemas del diario vivir de los chilenos y chilenas. Cuando uno lee sus escritos se da cuenta que el Padre Hurtado tenía una concepción muy amplia y profunda del don de la caridad . No bastaba con entregar las “sobras “, sino que el espíritu cristiano exigía entregar lo que “dolía”. Han pasado ya mas de 50 años desde que él predicaba en los púlpitos de la iglesia y es bueno preguntarse si hemos avanzado algo. La permanencia aún de miles de familias en condiciones de pobreza, la discusión sobre los salarios, la indolencia bancaria, las enormes ganancias de especuladores de bolsas que quieren ser presidentes, la dura oposición de discutir el tema de los impuestos, la situación de la previsión, el egoísmo que expresan ciertos sectores cuando se plantean políticas sociales o educacionales que beneficien a los sectores más vulnerables, en fin, las enormes diferencias que existen entre quienes viven en las zonas pre cordilleranas y quienes habitan más “abajo de Plaza Italia”. Sin duda alguna se han dado importantes pasos en los últimos 17 años, pero aún queda mucho por hacer. Debemos ser más sigilosos en responder a los problemas y desafíos que nos planteaba el Padre Hurtado. Esa sería una productiva forma de celebrar agosto.


 
 
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