Sábados de tarde, días de ensueño, hombres grandes con mentes de niños detrás del bendito balón, que no se podía dejar e iluminaba el espíritu de los jugadores que ya habían dejado las disputas de primera y se enfocaban en disfrutar de sus habilidades, pero más que eso, de seguir integrando un equipo de compañeros entrañables.
Recuerdos y homenaje para esos equipos de los 90, que llenaron de enganches y goles esos pastos: Universidad Católica, Casa Gordon, Las Cadenas, Banco Estado, Omeñaca, Carabineros, Militares, Mercado, Vialidad...
Hombres de campo, jugaban con sus tractores, palas y horquetas, durante su trabajo semanal, así conocíamos a los fuertes campesinos de Universidad Católica del sector El Llano y Las Cadenas. Vialidad quitaba las nieves de caminos cordilleranos en esas épocas, desde el escritorio de los créditos, funcionarios estatales formaban un equipo que acercara los fondos del estado a la comunidad. Fuerzas de orden y Militares se esmeraban en compartir su orden y patria con los equipos civiles, el Mercado gritaba a las caseras su triunfo del fin de semana y ordenados empleados de Casa Gordon y Omeñaca preparaban ofertas y estrategias.
Equipos maduros con inagotables jugadores y destacadas estrellas, por mencionar a Yerba Smith, Gualala Salinas, Vicencio, Sergio Flores, Jaime Gálvez, Conejo Conejeros, Hernán Yáñez, Parraguez, entre muchos otros.
Cómo no recordar a Roberto Torres, gran defensa central que se manejaba muy bien también con las ofertas de Omeñaca, y se las centraba a la dupla defensiva de Banco Estado, los inigualables Jaime Díaz y David Miranda, que llegaban muy bien a esos cruces, me refiero a los de la parrilla del tercer tiempo.
¿Qué porqué, gusta el futbol de barrio o de campo?, hay múltiples razones, pero en esencia es porque se trabaja en equipo, todos tienen tareas diferentes y son todos necesarios, se conjugan todas las clases sociales y generalmente el más talentoso es el socialmente más humilde. Es difícil que se dé eso en otros aspectos de la vida.
Como siempre había especialistas en las múltiples jugadas, recordemos al gran número 9 mentiroso, don Gonzalo Smith, el rey de los Villares, quien no perdía oportunidad de patear un penal, decía que era infalible, las crónicas dicen otra cosa, pero, en fin, dejémoslo ahí...
Párrafo aparte para don Raul Alfaro, conocido vecino de Chacabuco, andino de cepa, caballero de pañuelo al cuello, voz ronca y mesurada, mecánico de maquinaria agrícola, de esos teóricos con respuesta en los labios, de esos que sin ensuciarse las manos desarman un motor sacando solo dos tuercas... Ese destacado hombre de época, fue uno de los talentos natos de la Liga, incomparable su amague, su entusiasmo y cuando los lustros avanzaban todos destacaban su “ta ... lento “, que nunca perdió.
Casa Gordon, los ex transandino, técnica exquisita, los conejos brotaban desde el duro lateral al todo terreno del 10, había que sentarse y observar la magia, había que saber pararse en frente de un equipo de esa talla. Si bien pasaban muchas veces por arriba del rival, era destacable su limpieza y simpatía dentro y fuera de la cancha, el abrazo final, lo decía todo.
Benjamín Vásquez, se levantó un sábado 30 de agosto, preparó el desayuno de la familia, como todos los fines de semana, llamó a su hijo y nieto para la previa del partido semanal, esa comunión que religiosamente realizaba por años. No quiso irse a la cancha en vehículo, como en su puesto de lateral derecho, recibió el pase del arquero, Oscar Mella, y fue eludiendo calles hasta llegar sin despeinarse a la esquina de Los Maristas, miró al norte y decidió descolgarse hasta la rotonda de Tocornal, donde recibió apoyo y descansó en ese vehículo hasta la hora del calentamiento previo. Como siempre encontró aquel día la titularidad, amagues y fortaleza ya se veían en los 10 minutos, cuando un pitazo seco, recibió desde la otra dimensión, de una, lo llamaron a integrar el equipo de las estrellas eternas, ante la mirada incrédula de los rivales y equipo.
Desde esa tarde su Banco Estado fue rebautizado como Bencho Vásquez, el incombustible, el que se fue en su ley, el que derrochó y contagió felicidad detrás de los 32 cascos...
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