Tuve la oportunidad, de compartir el dialogo fraterno y sincero junto a Don Enrique, como alumno suyo en la Escuela de Gobierno, Gestión Pública y Ciencia Política de la Universidad de Chile, y en su hogar en varias ocasiones, lo cual me permitió escrutar su pensamiento en profundidad.
Enrique Silva Cimma marcó la senda de la nobleza política, cuyo perfil y desempeño siempre mostró que la grandeza de un hombre está en relación directa a la evidencia de su fuerza moral, (John F. Kennedy).
Así mismo, sabemos conforme lo dijo Charles Dickens que "hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.". Y un hombre público como Silva Cimma siempre perseveró en lo afirmado por Andrés Bello quien sostuvo que “sólo la unidad del pueblo y la solidaridad de sus dirigentes garantizan la grandeza de las naciones”.
Hablar de la vida de un hombre como Enrique Silva Cimma, cuando fallece, es hablar de uno de los personajes más ilustres y relevantes que ha tenido la historia republicana del país. Un verdadero arquetipo de la más alta calificación: su extraordinaria estatura intelectual, su condición académica notable; pero por sobre todo, ese espíritu abierto, para escuchar y compartir los sueños, los sueños de la vida. Y sobre todo, lo que para él fue siempre un objetivo, hacer de Chile una sociedad más justa, igualitaria, donde no hubiese que sufrir ni padecer por aquellas necesidades más fundamentales, para que cada familia tuviese su hogar.
Al momento de su partida resulta innecesario recordar los tantos honores que le cupo en vida y respecto de los cuales el país debe estar orgulloso de un ciudadano ejemplar como él.
En el instante del recuerdo, de la semblanza del hombre público, del amigo, sólo puede haber palabras de tristeza y de congoja porque ya no estará físicamente con nosotros. Pero al mismo tiempo, sentimientos profundos, de abnegación, de respeto y de mucho cariño deben inspirarnos en lo que él fue y representó durante su vida.
Los que queremos proseguir en el compromiso con la cosa pública, debemos hacer de la política la actividad noble que siempre debió ser y debe ser. Y respetar aquellos valores que hacen que las instituciones prosperen, crezcan, y
sobre todo recuperen el compromiso indeleble con la sociedad chilena, la probidad y la patria.
Hombres ilustres tienen por tumba la tierra entera.
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