Lunes, 7 de Octubre de 2024  
 
 

 
 
 
Cultura y ciencias

Costumbrismo rural… Achawall en Putaendo

Crónicas de pueblo por Sergio Díaz Ramírez, Instagram @amanecerdelgallinero

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Hace un tiempo Rosita Lincopi me hablaba de su niñez y recordaba las conversaciones de padres y abuelos, que en lengua mapuche mascullaban historias de sus pasados aillarehues, pequeñas confederaciones de linajes o clanes familiares que dominaban una comarca. Su hijo Hugo, no pierde las esperanzas de imbuirse en la semblanza y llegar a ese leguaje ceremonial del antiguo linaje Lincopi. Recuerdo esas conversaciones, al asistir a la feria de la gallina mapuche en Putaendo, una exposición memorable, un esfuerzo importante, especialmente al ser la primera. Quizás en un ánimo de mejora, en futuros eventos, enmarcarla con un reconocimiento a ese ambiente ancestral del cual se origina el patrimonio.

La curiosa Agustina, una pequeña de Rinconada de Los Andes, al preguntarle si le gustaban las gallinas, responde con mucha seguridad “sólo para comérmelas “. Sin duda los criadores y expositores no estarán de acuerdo con ella, y podríamos entrar en la discusión, mas seguramente llegaríamos a un consenso, que la gallina criolla es folklore y cultura, a diferencia de una comercial. El día acompañó de manera ideal la feria de carácter costumbrista, un sol bastante luminoso nos guio durante todo el camino a Putaendo, independiente que el waze terminó indicándonos el pasaje medialuna, en una población, dónde nunca se escucharon los cantos de los gallos.

El sector El Parque ofrecía las mejores acomodaciones, de ubicación, estacionamientos, amplitud y ese ambiente acampado que ofrece la medialuna. Un cloqueo interminable animaba una entrada con expositores, de carácter variopinto, anexo al galpón del concurso. Se notaba la mano del organizador, donde estaban los usuarios de INDAP, con chichas artesanales, mostos de manos campesinas, zapallos de guarda muy bien cuidados, paltas morenas y de las otras, hortalizas y leguminosas. Ese era el orden establecido, pero había algo que me llevo al campo antiguo: campesinos del sector ofreciendo sus gallinas a la venta, como cuando en los años 60 se llegaba a la Estación Central de Santiago y bajaban desde el micro, los viajeros con gallinas vivas dentro de pantimedias como envoltura de protección, provenientes de Melipilla, Peñaflor, Leyda o Las Palmas.

El galpón bastante bien ambientado, cómo recordando un lejano granero, un olor a fardos de alfalfa ponía en contexto una crianza natural. Pasaba la hora y el concejal Francisco Casas, como buen relacionador público, se daba mañas para esperar al alcalde, Mauricio Quiroz, que al parecer debía inaugurar otro evento. La muestra de kolloncas, quetros y ornamentales se exhibían sin ninguna timidez y cada cual entonaba sus mejores cantos, cómo intentando dominancia en la bandada. Una estricta organización de ACHGAMA, hacía la recepción de las aves a cargo de la médico veterinaria Pilar Villalobos quien, en el pre ingreso, realizaba controles de temperatura, ectoparásitos, ácaros de patas, cloacas, auscultación, ausencia de moquillo y costras en cresta o barbillas. Todo estaba en orden, lo que habla de lo selecto de criadores y sanidad de criollas.

Se venía el acto de inauguración con las autoridades correspondientes, organizadores, criadores y público asistente. El contexto del hábitat lo daba el destacado folclorista Julio Quijanes, quien junto al pallador conocido como Chamullo, describen los cajones y valles del Putaendo interior, con unas coplas de Gerardo Jara. Hablan del Tártaro y Guzmanes “de sus quebradas y cerros, donde brotan manantiales”, entre personajes, próceres y parajes patrimoniales termina con un “me despido Putaendo”. No falta el pie de cueca con el grupo Oro Lonco, para que la maestra de ceremonia proceda a la inauguración con el discurso del representante de ACHGAMA.

Aún no finaliza la ceremonia, mas unos señores de delantal blanco, que recuerdan los profesores antiguos, van realizando unos check list, jaula por jaula, “cómo entre gallos y medianoche”, al parecer gallinas y gallos, cómo que supieran que de ellos dependen las medallas. Lo riguroso del jurado hace ponerse nervioso a los expositores, ni que lo diga el equipo de “encluecados San Antonio”. La atmósfera se percibe con algo de tensión, que recuerda esos viejos dibujos de la kollonca, arrancando del zorro, el cual se ha detenido con las plumas de su cola. Una gráfica forma de mostrar la posible evolución de la gallina de huevos azules, esa de matorrales de colíos, que nutrió a nuestro pueblo originario.

También llamaba la atención un pequeñísimo gallito negro, al parecer de la pasión, ubicado muy cercano al gran macho Brahma, blanco de fondo y líneas negras en cascada. Eran parte de las aves ornamentales, esas traídas en la época de las haciendas del 1800, cuando los patrones viajaban en barco a la lejana Europa. Muchas fueron las razas exóticas, también llamadas extravagantes, que se adaptaron al campo chileno y fueron mezclándose, originando finalmente una serie de razas criollas, que ahora muestran su propio fenotipo. Es posible que les suene en los gallineros campesinos: tufúas, pirocas o cogote pelado, calchonas, tusonas, flor de habas, flor de almendras, patojas, trintres, copetonas y de campo.

Es cierto que Putaendo y sus organizaciones dieron un paso adelante al planificar esta primera exposición, un trabajo mancomunado de Municipalidad, ACHGAMA, Vecinos en Movimiento y Club de Rodeo. Creo que sólo queda crecer en la próxima, pues la gallina mapuche está catalogada como, “baluarte”, anclada en la tradición del saber local, involucrando biodiversidad.

Me imagino que, si pudiéramos hacer una magia en esta rica tierra de Putaendo y trajéramos en un viaje en el tiempo al cronista español del siglo XVI, don Pedro Mariño de Lobera, nos podría traer en ese rico castellano antiguo, un relato certero y ambientado de la avicultura de la zona, así como lo hizo en su tiempo. Sin duda que describiría la vida del vecino de Las Compuertas, don Javier Contreras, quien, en su juventud, era capaz de producir en una temporada 800 pavos en crianza natural en las quebradas de Guzmanes. Actualmente a sus 85 años posee el mayor conocimiento de la crianza de gallinas criollas, y las achawal no les guardan secretos. Un patrimonio vivo, de Putaendo, que no puede estar ausente en un evento de esta naturaleza.

 

 

 


 
 
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