Ser bombero o bombera en Chile es cumplir con una función crítica para las sociedades modernas. Implica asumir la responsabilidad de responder de forma especializada ante emergencias, tanto de incendios, como de rescates vehiculares, pérdida de personas, accidentes químicos, entre muchas otras situaciones que ponen en riesgo a las personas, sus vidas y el medio ambiente.
Ser bombero, ser bombera, es tener una vocación genuina por la protección de la comunidad y del territorio. Quienes se suman a sus filas lo hacen para estar en la primera línea frente a una emergencia, con la intención principal de proteger al prójimo. Ser bombero es tener una vocación pública de servicio, y ofrecer respuestas técnico-profesionales ante situaciones críticas.
Pero ser bombero, ser bombera, en Chile significa, además, realizar esta labor de forma completamente voluntaria, sin recibir retribución económica a cambio. Los bomberos y bomberas de Chile -y particularmente de Los Andes- trabajan en turnos en la minería, en el sector servicios, tienen sus propios negocios, ejercen profesiones, y luego de cumplir con esas labores para el sustento de sus familias, al sonar la sirena o ante un llamado radial, dejan todo para acudir al servicio.
Los que no conocen a los bomberos, responder a emergencias no solo requiere estar disponible en ese instante. Para que la respuesta sea la mejor posible, los bomberos deben entrenarse en academias, asistir a cursos de especialización, realizar guardias nocturnas obligatorias, acuartelamientos preventivos, participar en asambleas y reuniones y gestionar una serie de asuntos administrativos y económicos que permiten la sostenibilidad de la institución. Es decir, el tiempo que se dedica a acudir a un incendio o un rescate es solo una parte mínima del tiempo dedicado en el compromiso bomberil. El mayor tiempo entregado es en un trabajo bomberil constante de formación y entrenamiento, de organización y gestión tanto operativa como institucional.
Este trabajo recae en todo el personal, tanto operativo -quienes acuden a las emergencias- como administrativo -quienes están a cargo del desarrollo económico, organizativo e institucional de las Compañías y Cuerpos. Todos los voluntarios y voluntarias, sobre todo las y los oficiales que lideran esta labor, en la práctica, tienen dos empleadores: por un lado, su trabajo personal, con el que sostienen a sus familias; por otro, la gran responsabilidad de dirigir operativa y administrativamente una institución que cumple una función crítica y única frente a las emergencias. Los que conocen la institución, pueden ver a las y los bomberos entrando a reuniones a las ocho de la tarde para salir a medianoche o incluso más tarde, tratando cada situación en detalle, con seriedad y compromiso.
Todo esto ocurre dentro de una institución democrática, perteneciente a la sociedad civil, que elige a sus autoridades -oficiales- por votación, cada año (en Los Andes) o cada dos años (en otras localidades). Los grados no se adquieren por antigüedad. Un voluntario puede llegar a ser superintendente, comandante, director o capitán, y luego de terminar su mandato, volver a ser un bombero más dentro de la fila. Esto hace que las gestiones estén permanentemente observadas por sus pares, y si la conducción no convence o no responde a las necesidades institucionales, mediante elecciones democráticas se eligen nuevos representantes. Por ello, todos los bomberos y bomberos aman su Compañía, y siempre en conversaciones, reuniones y asambleas se observa un interés profundo en la mejora permanente de las condiciones de su institución, para estar mejor preparados ante las emergencias.
En ese sentido es que las y los bomberos constituyen una comunidad social. Son hombres y mujeres que entrelazan vínculos, que forman amistades, lealtades y compañerismos, que conocen las vidas personales de quienes comparten este servicio. Es una comunidad que comparte valores altruistas de protección al prójimo. Una comunidad histórica, construida por generaciones, desde el siglo XIX en casos como Los Andes y San Felipe. Esta comunidad se fortalece a través de prácticas y símbolos importantes para esta vida social expresados en desfiles, estandartes, medallas por años de servicio, celebración de aniversarios con lecturas de actas fundacionales, bautizos, funerales nocturnos con capilla ardiente, asambleas, elecciones con comités. Signos, códigos y ritos que forjan un sentido de pertenencia colectiva que da identidad a cada voluntario y voluntaria.
Las y los bomberos son personas de carne y hueso como cualquiera. Pero se distinguen por su espíritu noble y por un compromiso profundo y voluntarios con la ciudad, la sociedad y el prójimo. Asumen una alta responsabilidad personal y colectiva para protegernos a todos y todas, entregándonos su tiempo libre, sin pedir nada a cambio.
En este Día Nacional del Bombero, queremos celebrar y reconocer la enorme labor que cumplen ¡Felicidades a los bomberos y bomberas de Los Andes, de Aconcagua y de todo Chile!
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