La sentencia del TC que despeja el camino para la Ley de Permisos Sectoriales es una muy buena noticia para la construcción. La permisología se transformó en un obstáculo estructural para el desarrollo del país, frenando proyectos, encareciendo obras y debilitando la competitividad de un sector que es motor de inversión y empleo.
Demasiado tiempo aceptamos como normal que trámites básicos se extendieran por años, con costos que terminan pagando las familias en viviendas más caras y un Estado menos eficiente en la ejecución de infraestructura. Esa inercia nos pasó la cuenta en crecimiento, productividad y credibilidad como destino de inversión.
El paso dado es valioso, pero no suficiente. El verdadero éxito dependerá de su implementación. Chile necesita señales claras de que está dispuesto a dejar atrás la burocracia como freno y a recuperar su capacidad de ejecutar proyectos estratégicos con la urgencia que exige el momento.