Jueves, 27 de Noviembre de 2025  
 
 

 
 
 
Opinión

Cuando el backstage invade el escenario

Por Juan Carlos Torres Castro, Magíster en Comunicación Política y Asuntos Públicos y Socio Director WE Comunicaciones

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La campaña que conduce al balotaje entre Jeannette Jara y José Antonio Kast no sólo expone dos proyectos políticos radicalmente distintos: también deja en evidencia el peso que tienen los entornos, los asesores y la disciplina interna en un momento donde cada palabra, cada gesto y cada desliz puede alterar el resultado final. La salida de Darío Quiroga del comando de Jara reabrió un debate histórico: ¿qué ocurre cuando los asesores dejan de operar en la sombra y empiezan a eclipsar a los candidatos?
La segunda vuelta amplifica esa discusión, y obliga a mirar críticamente los roles, estilos y riesgos que enfrentan ambos comandos.

1. Jara ante un punto de inflexión: recentrar liderazgo y ordenar el entorno

La candidatura de Jeannette Jara llega al balotaje con un activo relevante: logró instalar una imagen de cercanía, coherencia y trayectoria política sólida. Pero las últimas semanas revelaron una vulnerabilidad que la acompañó desde el inicio: un entorno con tensiones y un asesor —Darío Quiroga— cuya visibilidad terminó afectando la campaña.

La salida de Quiroga no solo responde a sus declaraciones clasistas, donde “menospreció” y “flaiteó” a adversarios y electorados clave. Representa, sobre todo, un quiebre en el equilibrio básico de toda campaña: cuando el estratega se siente protagonista, la figura de la candidata se diluye y el comando queda atrapado en su propio ruido.

 En un balotaje, esto es más que un error: es un riesgo existencial.

Para Jara, la enseñanza es inmediata: recuperar control del relato; ordenar vocerías; mostrar moderación estratégica; proyectar gobernabilidad a través de un equipo disciplinado y eliminar cualquier signo de arrogancia simbólica.

La segunda vuelta requiere una narrativa de futuro, no debates internos televisados.

2. El rol de Kast: contención, claridad y un equipo que apuesta a la estabilidad

José Antonio Kast enfrenta otro tipo de desafío. Su campaña ha sido, históricamente, muy rígida en la exhibición de sus entornos: asesores que no buscan cámaras, un mensaje unificado y una estructura más vertical.

Ese orden es percibido por amplios sectores como una señal de gobernabilidad y convicción.

 Pero la rigidez también entraña riesgos: Puede parecer insensibilidad frente a las demandas sociales; restringe la capacidad de ampliar base electoral, y lo expone a que sus apoyos extremos se vuelvan flancos comunicacionales difíciles de controlar.

Kast suele proyectar claridad y firmeza, atributos valiosos en un clima de incertidumbre. Pero el balotaje exige algo más complejo:Iincorporar moderación sin perder identidad, mostrar apertura sin desdibujarse, y evitar que los sectores más duros de su coalición generen costos simbólicos que él no controla.

En su caso, el peligro no es un asesor protagonista, sino un entorno ideológico que podría sobrerrepresentar sus tensiones internas.

3. Lo que revela el caso Quiroga en este balotaje

La expulsión de Quiroga reconfigura la campaña de Jara justo en el momento más vulnerable del proceso. A diferencia de Kast —que ha mantenido un orden narrativo estable—, ella debió corregir en plena carrera un problema que arrastraba hace meses: la sobreexposición de un asesor que confundió estrategia con espectáculo.

El episodio instala tres mensajes clave para la segunda vuelta:

  1. El electorado castiga la soberbia y el clasismo, especialmente cuando proviene desde el entorno del candidato progresista que aspira a representar a sectores populares.
  2. La coherencia narrativa importa más que nunca. El balotaje es un plebiscito emocional donde los equipos deben transmitir consistencia total.
  3. Los entornos son un indicador de gobernabilidad. Un equipo desordenado genera dudas; un equipo rígido genera distancia.

4. Dos modelos en disputa… y dos estilos comunicacionales opuestos

Jeannette Jara busca construir una segunda vuelta desde la articulación social, la moderación y la vocería cuidada. Necesita demostrar que el episodio Quiroga fue un punto de inflexión y no una señal de caos interno. Su campaña debe volverse más austera, más profesional y más conectada con la vida cotidiana de las personas.

José Antonio Kast, en cambio, apuesta a la claridad programática, a la demostración de orden interno y a la narrativa de estabilidad. Su desafío será no quedar atrapado exclusivamente en su electorado original: debe crecer hacia el centro sin abrir flancos por sus apoyos más duros.

Lo interesante es que ambos enfrentan el dilema opuesto:

  • Jara necesita contener a su equipo.
  • Kast necesita contener a sus aliados.

Ambos desafíos son cruciales para construir mayoría.

 


 
 
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