Miercoles, 14 de Mayo de 2025  
 
 

 
 
 
Opinión

Peculiares descripciones de olores y sabores

Por Julieta Salinas Apablaza, Ingeniero.
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Foto: Andes Online.

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Durante mis vacaciones experimenté un aroma y un sabor nuevos, tan curiosos como indeseables. Mientras paseaba con mi familia y unos amigos por el centro vacacional donde nos hospedamos fuimos sorprendidos por unos regadores, al parecer, mal regulados, que no hicieron saltar y correr cuán conejos huyendo de una escopeta para evitar ser mojados. Del agua salía un olor extraño, algo fuerte, un tanto desagradable, que a mi me hacía pensar en olor a cañería, a lo cual Cristian, un amigo de la familia expresó convencido -ese es olor a napa subterránea-. Todos lo miramos descolocados. Esa especificidad para definir el olor me recordó a una variedad de desodorante ambiental que se vende en el mercado “frutillas con crema”. Si perjuicio de que el desodorante aquel es uno de mis favoritos, no deja de causarme desconcierto el nombre. Tan extraño como esto es el hecho de que en algunas etiquetas de vino se lea algo como: “…sabor a frutos rojos con un toque de madera…” En mi vida jamás he degustado un trozo de madera como para constatar la veracidad de dicha descripción, no obstante, he llegado a convencerme de que algunos vinos saben a madera. Claro está que tras varias copas, con el alcohol subiendo a mi cabeza podría creer que me estoy llenando de escamas o algo tan inusitado como eso, si la etiqueta de la botella así lo dijera. Tan insólitas como estas descripciones fue la alusión que mi amigo hizo con respecto al olor del agua. Para nuestra desgracia comprobamos que el peculiar aroma, también se olía en el agua de nuestra cabaña. Concluimos que el agua era de pozo, de napa subterránea. Tenía lógica el recién acuñado nombre del aroma. Lo anterior me hizo reflexionar acerca de las particulares descripciones que hacemos de los olores y sabores, las que generalmente surgen de la asociación que hacemos de ellos. En más de alguna ocasión alguien me ha dicho -¡que rico el olor! Andas con olor a playa- haciendo alusión al aroma que se desprende del bloqueador que llevo puesto. S i quisiera ponerme exigente con mi interlocutor, podría sentirme ofendida pensando que huelo igual que una lata de atún, pues ese olor se acerca más a la descripción de “olor a playa”. En una ocasión en que mi marido después de un partido de fútbol se colocaba una crema anti-inflamatoria en una de sus piernas, desprendiéndose un fuerte olor a alcanfor, él mencionó estar “olor a camarín”. -¿A camarín?- pregunté yo intrigada, imaginando que un camarín atestado de hombres sudados tras un partido, en conjunto con el aroma de sus zapatillas no debe oler precisamente a Mentolatum. Me sorprendí más adelante cuando mi cuñado, también asiduo al fútbol, se refiriese al olor de dicha crema usando la misma descripción: “Olor a camarín” ¿Será que los camarines huelen a “Alka”?. Así también bastante curiosidad me causó cuando una amiga mía, tras probar una de mis deliciosas galletitas integrales me dijese que sabían a galletas de perro. ¿Se comerá ella las galletas de su perro?, ¿De que otra forma se explica que conozca ese sabor? Pensado de esta manera, olor a playa, a camarín y sabor a galletas de perro no son tan distintos a “olor a napa subterránea”, es más, conforme pasaban los días me hacía bastante sentido y ya no me era gracioso el olorcito aquel, pues, no podía desprendérmelo de la nariz. Al ducharme ya no olía el shampoo o el jabón, sino, el agua con olor a napa subterránea. El mismo olor emanaba de las toallas secándose al sol y de la ropa mojada; mil veces hubiese preferido el tradicional olor a humedad. Sumado a esto, pude degustar con mi paladar la napa subterránea. Ahora el té y el café tenían un sabor agregado. Nada comparado con lo que ya conocía: té de naranja, café de vainilla. No, eran té y café de napa subterránea. Decidimos colocar agua mineral sin gas dentro del hervidor, pues la napa subterránea estará bien para los gusanos y reptiles que beben directamente de su fuente, pero, para el consumo humano sabe tan mal como su nombre.


 
 
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