Quisiera partir este artículo saludando a todos mis colegas psicólogos y psicólogas en la conmemoración del Día Internacional de nuestra profesión. (9 de Noviembre)
La etimología de la palabra psicología deriva del (gr.) Psycke (Alma) y Logos (Estudio), es decir estudio del alma.
Primera pregunta “compleja”.
¿Los psicólogos estudiamos el alma? No, estudiamos la mente. Perdón y ¿Qué es la mente? El cerebro. Mmm.....me quedan mis dudas. No, es la conciencia. Yo creo que es Freud y el inconciente.
Preguntas iniciales por las que debimos pasar.
Si hacemos un poco de historia hace unos años, cuando ingresamos a estudiar Psicología en nuestras distintas Universidades y Escuelas revisábamos el clásico manual de Diane Papalia, en el primer semestre de psicología general y entrábamos en un capitulo de historia de la psicología que dice que en el año 1889 Wilhem Wundt crea el primer laboratorio científico de psicología en Leipzig, Alemania.
Son los primeros intentos de hacer de la Psicología una ciencia.
Estamos en el contexto del pensamiento racional científico clásico y que en su fundamento trae discursos y pensamientos filosóficos y apertura de cuerpos y órganos para estudiar la fisiología humana, no obstante el gran camino para llegar a la “disciplina” tiene sus albores en la denominada psicología precientifica.
Aquella de la especulación, la magia y el esoterismo. La misma de la locura y la quema de brujas, la de las cadenas a la enfermedad mental, aquella que intentaba capturar los demonios y las semillas del mal del ser humano, como lo muestra el cuadro de El Bosco y la “extracción de la piedra de la locura”.
Después de 100 años de reconocimiento a la fundación de la disciplina volvemos sobre preguntas fundamentales, no tan lejanas a aquellas de ese tiempo.
¿A toda la psicología le interesa ser ciencia? ¿No funcionamos muchas veces desde la exclusión de lo que surge como perturbador?
¿Que sucedió con la comprensión del enfermar de hoy?.
Es la historia la que trae su impronta, la de los inicios, aquella que intenta “capturar” la enfermedad mental y anularla en su totalidad. ¿Y en ese intento? ¿Qué es lo que se pierde y que permanece?.
Volvemos sobre la pregunta ética de la formación, de la mirada, finalmente de la intervención.
Hoy debemos mas que nunca volver sobre la pregunta de la psicología y generar aquellos espacios donde el dialogar sobre estas materias se vuelva una posibilidad de re – construir nuevas miradas sobre la “salud mental”, buscando nuevas formulas posibles para caminar sobre el insondable mundo de la psiquis humana.
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