La nueva regulación sobre el uso de celulares en los colegios abre una conversación necesaria, pero insuficiente si se aborda de manera aislada. El verdadero desafío es cómo acompañamos a niñas, niños y adolescentes en un entorno digital que comienza cada vez a edades más tempranas y que incide directamente en su desarrollo, aprendizaje y bienestar.
La Radiografía Digital 2025 —elaborada por Claro Chile y Criteria— muestra que seis de cada diez niños utilizan dispositivos digitales a los siete años y que el primer celular llega, en promedio, a los diez. Estos datos evidencian que el debate no puede centrarse solo en el aula, sino que exige una mirada más amplia: una formación digital progresiva, con criterios claros por etapa de desarrollo y con familias empoderadas para tomar decisiones informadas.
Las cifras también alertan sobre riesgos relevantes: uno de cada dos niños ha experimentado ciberacoso y un 68% declara haberse expuesto a desinformación. Frente a este escenario, más que prohibir, resulta fundamental acompañar. Apoyar a madres, padres y cuidadores para identificar cuándo es adecuado entregar un dispositivo y, una vez incorporado, orientarlos en cómo potenciar sus beneficios —educativos, comunicacionales y sociales— reduciendo activamente sus riesgos. La regulación ordena espacios; el acompañamiento cotidiano construye hábitos, criterio y autonomía.
En esta dirección se impulsa la reciente alianza por el Bienestar Digital Familiar, que reúne a actores públicos, académicos, gremios y privados —incluida Claro Chile— para promover orientación basada en evidencia y entregar herramientas concretas para que las familias puedan guiar de mejor forma la vida digital de niños, niñas y adolescentes. Cuando regulación, educación y acompañamiento se articulan, la tecnología deja de ser un riesgo en sí mismo y se transforma en una oportunidad para fortalecer el pensamiento crítico, la convivencia digital y la participación responsable.
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