ACONCAGUA (09/09/2025).- La Iglesia diocesana de San Felipe vivió una jornada de profunda alegría y fe con la ordenación diaconal en tránsito del seminarista Nicolás Flores Lázcano, quien, tras más de diez años de formación y servicio pastoral, recibió este ministerio de manos de nuestro obispo, Mons. Gonzalo Bravo Álvarez, en la Catedral de San Felipe, acompañado del Clero Diocesano y sacerdotes amigos, seminaristas y la presencia Mons. Luis Migone, Obispo Aux. de Santiago y director espiritual por años de Nicolás.
La celebración se desarrolló en un contexto eclesial especial, pues coincidió con el gozo universal de la canonización de dos jóvenes santos: Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati. Mientras la Iglesia entera se regocijaba con este acontecimiento, la Iglesia diocesana experimentó su propia fiesta, marcada por el “sí” generoso de un hijo de esta tierra que da un paso más en su camino al sacerdocio.
Una celebración solemne y fraterna
La jornada comenzó en la Capilla Nuestra Señora del Carmen de la Catedral, donde Nicolás realizó su profesión de fe y firmó su incardinación a la diócesis ante la canciller Sra. Amparo Cornejo. Luego, con el templo catedralicio colmado de fieles, se dio inicio a la solemne Eucaristía.
El rito de ordenación estuvo cargado de emoción. Entre los momentos más significativos destacaron la presentación del candidato, cuando Nicolás respondió con firmeza: “Aquí estoy”; el canto de las letanías, la imposición de manos por parte del obispo y los ritos propios de la vestición, en la que participaron sus padres y el P. Omar Orellana, sacerdote clave en el acompañamiento de su vocación. Cada gesto fue acompañado por aplausos y expresiones de gratitud del pueblo de Dios, que veía con esperanza este paso vocacional.
Palabras del obispo
En su homilía, Mons. Gonzalo Bravo invitó a Nicolás a vivir con radicalidad el Evangelio, recordando las exigencias que Jesús plantea en el texto de San Lucas proclamado en el XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. “Ser discípulo exige amor profundo a Dios, llevar con valentía el Evangelio y permanecer siempre fiel en el seguimiento de Cristo”, expresó el pastor diocesano.
Gratitud y testimonio de Nicolás
Al concluir la Eucaristía, el nuevo diácono pronunció un emotivo discurso de agradecimiento. Reconoció a sus padres, hermanos, familiares, comunidades donde sirvió, laicos, consagrados, seminaristas y amigos que han marcado su camino. Hizo memoria agradecida de su abuelita —ya fallecida— y de su comunidad de oración en Rinconada, donde comenzó a descubrir su vocación. También agradeció a los obispos que lo han acompañado en distintas etapas de su formación: Mons. Cristian Contreras en sus inicios y Mons. Gonzalo Bravo en la actualidad, a quien destacó por su cercanía y apertura.
En sus palabras, Nicolás hizo un llamado a no temerle al “sí” de Dios y señaló como inspiración el testimonio de Santa Teresa de los Andes, cuya reliquia peregrina actualmente por la diócesis, y cuya vida sencilla y apasionada por Cristo sigue alentando a los jóvenes a abrazar con valentía la vocación.
Un compartir fraterno
Tras la celebración, la comunidad diocesana se reunió en un ágape en los jardines de la Catedral. Allí, el grupo folclórico religioso de Longotoma ofreció un regalo musical al nuevo diácono, recordando los lazos que han compartido en experiencias de misión y en la Jornada Nacional de la Juventud en La Serena.
Acción de gracias
La Diócesis de San Felipe eleva su gratitud a Dios por el don de un nuevo diácono en tránsito y se une en oración para que la vocación de Nicolás Flores siga creciendo, hasta llegar cuando la Iglesia lo disponga al ministerio sacerdotal.
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