Esta pregunta nos obliga a reflexionar sobre el verdadero propósito de la transformación digital en salud, sabemos que los recursos son limitados, y muchas veces mal priorizados, abundan herramientas, plataformas y sistemas que, si bien prometen innovación, no siempre maximizan los recursos ni mejoran la oportunidad o calidad de la atención. Sin embargo, aquellas soluciones que sí lo logran tienen un impacto concreto: mejoran condiciones sociosanitarias, resuelven problemas, acercan diagnósticos y permiten tratamientos a distancia con eficiencia.
En Chile, la salud digital se ha instalado como un tema relevante. Este escenario ha despertado un alto interés desde el Ministerio de Salud, la industria tecnológica, la academia y las comunidades. Todos comparten un objetivo común: innovar para mejorar la calidad de vida de las personas a través de soluciones tecnológicas que sean oportunas, eficientes y, sobre todo, humanizadas, si, humanizadas. Sin embargo, el verdadero desafío no es solo informático. Es un reto crítico, ético e innovador, que reside en la formación y preparación de competencias del capital humano del país.
Entonces, ¿Queremos salud digital para todo —como una acumulación indiscriminada de herramientas tecnológicas—, o salud digital para todos —como una estrategia inclusiva, justa y centrada en las personas? La respuesta marcará el rumbo de nuestras políticas, nuestras inversiones y, más profundamente, de nuestro compromiso con el derecho a la salud sin dejar a nadie atrás en la era digital.
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